martes, 11 de junio de 2019

... ¡NO!

Dos letras, algo tan sencillo como una palabra que lleva tanto con sigo misma. Un mundo desconocido, una cantidad de palabras resumidas en una sola, ocultando tantas cosas tras de ello. Algunas veces sencillamente no queremos algo, pero hablaré de algo en particular. De algo especifico y sí, hablaré de mí.
Existen aspectos que no son de sentir orgullo al hablar de ellos, pero que después de todo tampoco se trata de sentir vergüenza, no por lo bueno que pueden ser, solo que gracias a esas caídas, esas fallas y esas grandes derrotas. Puedo decir y afirmar que soy el hombre y la persona que soy en este momento de mi vida, y que aunque hay mil cambios por venir y los que están sucediendo en este momento.
Muchas veces no es fácil aceptar nuestros problemas y más cuando hablamos de cierto tipo de adicciones ya sean a el alcohol, las drogas, las personas. las mentiras, el dolor, el sexo.  Sea cual sea la adicción de cada persona no siempre es sencillo de aceptar o de hablar de ellas. Soy fiel testigo del auto rechazo a estas mismas, no soy de aquellos que tiene la fortuna y la fortaleza de aceptar cuales son. Hace poco hablaba con uno de mis más grandes amigos; -Se que estas leyendo esto y aunque odie decirlo GRACIAS- tuve la fortaleza de aceptar muchas cosas, y contarle una historia que nadie conocía que hasta ahora estoy tomando las agallas de decir tengo X problema. También aceptar otros tantos que se han ido evolucionando con el paso de los meses... sí no puedo hablar de años, porque solo son meses después de todo.
Todo esto inicia con un "NO" ¿De donde nació? Sencillo, de una invitación, hay un lugar muy especial, algo así como una pequeña aventura para quien entra a conocer el mundo. Sé lo especial y encantador que esto es, en la primera ocasión no hubo problema con decir "Sí, vamos" lo que no contaba con esa aceptación era toparme con uno de los mayores causantes de mis grandes delirios de dolor. Vaya tormenta de emociones y de desespero. Hacía muchos años no topaba con alguien que pudiese descontrolar mis emociones y mi tranquilidad de tal manera, esa noche recuerdo muy bien me fundí en el alcohol, busque todas las maneras posibles de que en medio de tragos, aquellas ideas se fueran por una alcantarilla, que el deseo de recaer en las telarañas de una fantasía sin sentido, se esfumaran y no regresaran. Alguien que era la primera vez que veía tomo mi brazo y tiro de mi -no, ella no tenía la más remota idea de lo que sucedía ni de lo bueno que estaba haciendo con tal acto- fue una fortuna que ello sucediera, pero aún así me fundí entre cervezas, ron, aguardiente, vodka y mil licores más que llegaron después de ese momento. Cuando me despedí de mis amigos en esa noche, me encontré con alguien, una persona que significa el amor en mi vida, más no es el amor de mi vida.
¿Por qué el amor? Sencillo, me enseño otra forma de amar y de estar con alguien, sin la necesidad de volvernos tóxicos, pero eso es otra historia que ni al caso. También en medio del deseo, de las confesiones y de la realidad en que caíamos, ambos seguimos en bebidas, en otro trago, y luego otro, y después otro, y así paso la madrugada. Llego un punto en que tuvimos que llamar a alguien a que fuese por nosotros, no sabíamos ni donde vivíamos. Lo sé, ya lo sé no es una excusa para desperdiciar una vida entre tragos, después de esa larga y eterna noche en la que me había perdido en medio de mi propio ser y en medio de mis propias malas convicciones de lo que era pasar una buena noche, decidí no volver a sentirme de esa forma en mi vida, donde me viese enfrentado a lo que hace unos años ya había sucedido. Tenía miedo, sí. Esa es la expresión estaba helado del miedo, no sabía donde ir, que hacer, estaban volviendo a mi vida esos deseos infernales de caer de nuevo en aquello que me habían vuelto lo que una vez fui. Quería correr a buscar todo lo que un día sentí que era bueno, o lo que me hacía sentir "bien" pero llegaba a la conclusión de que no lo quería, por fuertes que fuesen mis deseos. Y por desgracia, una noche estaba en casa y por poco caigo de nuevo, rodeado de familia, amigos, conocidos y personas que me habían visto pasar de ser un niño a ser un hombre adulto. Jamas me había sentido tan solo como ese momento, entre lagrimas y llantos, entre suplicas y sollozos, en medio de una cachetada supe que no quería estar de nuevo ahí, por nada del mundo. Que necesitaba ayuda, pero que era demasiado cobarde para pedirla -lo lamento amigos, mis miedos y la idea de rechazo del mundo es mas grande que mi propio ser y que el amor que les tengo- solo quedo una posibilidad...
HUIR
Empece a huir de mi vida, de mi mundo, durante días no estuve ni siquiera para mi mismo. Solo había una persona con la cual medianamente le hablaba. Y que de cierta forma daba regocijo a mi vida, a mis días y sí aunque él no tenía la más remota idea de lo que estaba pasando en ese instante nunca dijo adiós, ahí estaba y por fortuna sé que ahí sigue y ahí se quedará (no, que sepa esto no quiere decir que me vaya a aprovechar de esto. Al contrario todo el tiempo busco la manera de recompensar esa compañía y ese amor) fueron largos días donde estaba tan perdido que la única idea en mi mente era acabar con todo. Quería terminar con aquella necesidad, con ese deseo sin sentido. Y aunque suene algo tonto, acabar con alguna carga para las personas que más amo. ¿Después de todo, quien quiere cargar con la culpa de alguien más?
Pasados unos días, volví a casa, volví de cierta forma a ser yo... pero esta vez habían cambios y un miedo demasiado grande. MARCHARME, tener que dejar una vida y un mundo que ya se ha construido, sería tan complejo, volver a iniciar de cero. Que alguien que es tu héroe te diga en medio de lagrimas "Ya no puedo más contigo" que se quiebre el alma de tantas formas y sin saber como unirlas, que por el deseo del mismo bien hacía si mismo debas dejar todo. Habían dos posibilidades, cambias o lo dejas, y después de todo... aquí estoy tratando de cambiarlo de hacer otra historia, de tener que decir NO a algo que quiero hacer, a algo que es especial para mis amigos y para mi. Por el maldito miedo de volver a ver a caer, solo por el hecho de evitar la posibilidad dé... Cada vez era un no, "Hey Escritor Roto, vamos al bosque" No, no puedo. "Hey Escritor Roto, regresemos a las nubes y pasemos una noche de amigos, como las que solemos tener" No, lo siento, no puedo. No quiero ir a ese lugar, vamos a donde quieras pero no ahí.
Habían mil y mil dudas, del porque, que pasaba, que tan malo había sucedido en aquel lugar que tiene muy buenos recuerdos, buenas historias y mil vidas eternas... ¿por qué no quería regresar? Entre lagrimas, mi querido amigo entendió el motivo, las razones y me permitió hablar después de muchos años, de aquello. Aunque no quería, aunque resistí lo que más pude, fue inevitable esa noche no terminar entre lagrimas; encerrado en un cuarto que no es mío, sollozos vacíos y silenciados. Después de todo, debes seguir fingiendo ser el chico cruel sin emociones ni sentimientos, aquel que la vida no tiene importancia, que se burla de aquellos desgraciados, aquel que en su pecho grita ayuda, no lo descubran tengo miedo.
Existen momentos, en los que un NO, no quiere decir que no lo quieras, que no desees hacerlo, simple y llanamente estas salvado tu vida.
NO, no quiero volver a ese lugar. NO, no quiero tener más miedo. NO, no quiero sentirme solo cuando estoy rodeado de gente que me aman. NO, no quiero que esas personas dejen de sentir orgullo al llamarme amigo, hijo, nieto, hermano, tío, sobrino. NO, no quiero vivir más en este mundo de oscuridad.
SÍ, si quiero vivir... y nunca es tarde.

-Un Escritor Roto

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