viernes, 14 de octubre de 2022

Con Aguja e' Hilo


“Con Aguja e’ Hilo”

 

¿Quién soy? ¿De donde vengo? ¿Cómo he llegado a donde estoy?  ¿Cuál es la historia? Aunque en esta ocasión no hablare tan directamente de mí, pues lo haré de alguna forma y pues no es secreto que me encanta ser el centro de atención. Pero, empecemos…

Soy el hijo de una costurera, soy el hermano de un amante de las motos, soy el nieto de una mujer que plancha ropa en casas ajenas, el sobrino de un par de desastres y de alguien que ayuda en el mundo de la medicina. Vengo, de abajo de conocer las luchas de una mujer que ladrillo a ladrillo tuvo que construir su casa, vengo de las vestiduras de una familia llena de mujeres luchadoras y berracas que no se dejaron vencer en un mundo machista. Vengo de las enaguas de mi abuela, que tuvo la valentía de correr de un pueblo a hacer una vida sola con cuatro niños. Vengo de la berraquera de una mujer que siempre quiso estudiar medicina, pero que las necesidades y falencias de su tiempo no se lo permitieron, de una mujer amante de los números y loca por las telas. Llegue a donde estoy, a punta de arroz con huevo y aguapanela, a punta de comida llena de amor. Llegue aquí gracias a la lucha de personas que entendieron que no querían que los chiquitos de la casa pasaran lo que quizás en algún momento les toco pasar. Venga de donde no había un papá, pero la vida nos bendijo con tres madres.

Una que nos daba gusto en los caprichos y antojos, esa abuela histriónica que cuando decíamos que no queríamos algo, iba corriendo a la tienda a hacernos algo más de comer; para que los niños no pasaran hambre, la mujer que nos atravesó por Colombia solo porque quería pasar unas vacaciones con sus nietos. La segunda, que nos apoyo con aquello que a veces parecía poco probable de conseguir, aquella que nunca le falto un consejo o que tal vez siempre estuvo para darnos un empujón y una palabra de apoyo, aquella amante de la navidad y de las fiestas, de hacer la cena de fin de año y llenarnos de obsequios en medida de lo posible. Y, por último, aquella que con muchos sacrificios hizo de dos niños dos hombres de bien, aquella que nunca necesito que un idiota llegará borracho a casa y tener que aguantarlo, para tener un plato de comida en su mesa. Aquella mujer que dijo un día que tendría dos hijos; uno a los veinticinco y otro antes de los treinta. Y dicho y hecho tal cual fue, quizás el ultimo se adelanto en los planes un poco, pero ahí está.

Aquella mujer que en algún momento trabajaba en distintas librerías y como secretaría, pero que se canso de que su “cabezón” le llamará mamá a la señora que lo cuidaba, aquella señora que se aburrió del hecho de irse a trabajar y dejarlo dormido y cuando llegaba también dormía. Fue tanto así, que encontró en medio de telas, hilos y agujas la forma de estar en casa y poder compartir con su cría. Luego llegó el segundo y la historia ya era distinta -sí, el segundo y bebé de mamá soy yo- dedico su vida a tomar medidas, hacer moldes, diseñar vestidos y cortar telas, sentarse horas y horas en una maquina de coser para que las vecinas tuvieran que ponerse, quien causo la sensación en su trabajo de grado diseñando un traje para una muñeca.

¿Por qué para una muñeca? Simple, en la temática de grado tenía que diseñar y hacer un traje de novia. Donde lo luciera o no sé que tanto -hablo de lo que siempre he escuchado- y todas sus compañeras llegaron a presentar sus trajes luciéndolos ellas mismas, pues eran trajes de gala, de oficina y quien sabe que más. Pero esta mujer, estaba en no sé que mes de embarazo por lo cual se le dificultaba mucho llegar con un vestido de novia y lucir dicho vestido tal como lo quería hacer con su gran pansa. Así que simple, resolvió. Lo hizo a escala para la muñeca más grande que tenía su sobrina. Y henos aquí, treinta años después sigue haciendo trajes, vestidos y mucho más. Y no sé si por hacerle honra al acto de su grado, pero siempre que debe hacer un traje de novia, de unos quinces o de primera comunión, hace uno exactamente igual para una barbie y es el obsequio que le hace a la homenajeada.

Bueno, ya con un poco de contexto paso a hacer referencia del porque la metáfora y a que vengo con toda esta parafernalia que vengo echando hace un rato. Durante los tantos años de vida y en que empezamos a hacernos más adultos y tener mayor claridad en todo lo que va siendo nuestra vida, lo cual va siendo nuestros principios e ideologías, vamos tomando posturas en el camino. Y en mi caso, todo eso que ya mencioné, chocaba un poco en casa, era por decirlo de alguna manera la famosa “oveja negra” aquella que iba contra todo aquello que ahí se creía, la religión, la política, mi orientación sexual, el apoyo al aborto, a muchas causas de la vida.

Pues, en este caso la señora doña mamá y yo, empezamos a chocar en muchos aspectos. En muchas cosas, en diferentes formas y causas. Y para su des fortuna tenemos el mismo genio de porquería. A tal punto que podíamos pasar tiempo sin hablarnos solo por no bajar la guardia y darle el gusto al otro. Porque lo chuchas viene desde casa, si señores. Pero, cuando durante el paso de los años y en toma de decisiones empecé a estrellarme en el mundo, cuando el mundo se caía a pedazos y todo parecía perdido. Llegaba la señora doña mamá con su aguja e’ hilo a armarme de nuevo, cual colcha de retazos. Tomará el tiempo que tomará, siempre venía y me armaba de nuevo y me lanzaba al mundo.

 Siempre con la constate de: “No te quedes nunca con la duda, que no llegue el día que tengas que preguntarte ¿Qué habría sido sí...?” muchas veces el mundo se vino abajo, yo me vine abajo y todo parecía perdido. Alguna vez, en un acto que parecía que se había acabado el mundo, que pareciese que no habría un mañana después y cuando la ansiedad, la depresión y las ganas de dejarlo todo tirado aparecieron de una forma tan brutal en el camino, cuando en medio de lagrimas y sollozos tirados en el piso de casa. Donde aquí el señor solo hacía que pedirle perdón a sus tres madres por los errores y horrores que había cometido, solo hubo un abrazo y un “DE ESTA SALIMOS, NO ESTAS SOLO” llego la señora abuela y con una sopita me hizo saber que estaría siempre para mí, la señora tía y con el mejor consejo del mundo: “El toro se coge por los cachos” y llego la señora doña mamá, con aguja e’ hilo… empezó a buscar parte por parte cada uno de los trozos de pedazo que había dejado en el camino, empezó a coserme de tal forma que pudiera volver a ser yo.

Con aquella aguja que siempre se le dificulta enhebrar, con el hilo exacto para que no se notaran las costuras, con paciencia y sin dedal. Empezó a organizar cada una de las partes, empezó a tejer sobre lo que estaba tan roto. No sé cuanto tiempo demoro, no sé cuanto le costo y mucho menos alcanzo a imaginarme cuantas lagrimas derramo volviéndome a coser. Armándose de valor para afrontar el mundo por mí, en lo que volvía a tener la valentía de hacerlo por mi mismo.  Se lo he dicho muchas veces y nunca serán suficientes, pero ¡GRACIAS! Gracias por no rendirte, por adaptarte para amarme, con mis fallas y errores. Con las contradicciones de ser quien soy y como soy. Gracias por siempre estar lista con tu aguja y con tu hilo para armarme nuevamente.

Gracias a la vida, no me diste un padre, al menos no uno funcional. Pero me brindaste la fortuna de no necesitarlo nunca. Pues tuve a mi lado tres mujeres increíblemente maravillosas y fantásticas, tan diferentes y distintas la una de la otra. Pero tres mujeres que fueron papá, mamá, abuela, tía, madre, protectora, medico, luchadora, guerrera, consejera y todos los términos que sean necesarios para enaltecer la grandeza de venir de ustedes. Que, con orgullo y gracia, siempre procuro llevar en alto el nombre vuestro.

Con aguja e’ hilo, seguiremos afrontando el mundo cuantas veces más sea necesario.


-Un Escritor Roto


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