“Aunque parezca eterna, aunque se sienta que nunca se ira, aunque creas que no saldrás de ahí, aunque no comprendas porque estás en ese lugar. No le tengas miedo a la tristeza y mucho menos a esa sensación de soledad. Ámalas como deseas que te amen alguna vez y déjate llevar; pronto estarás de pie y sonriendo a carcajadas.”
...
¿Crecer?
Ahora
estoy más cerca de los treinta que de los veinte, ahora cada día soy un poco
más adulto que antes. Hoy por hoy puedo comprender mucho mejor las decisiones
que no entendía cuando era niño. Hoy en día comprendo a mamá, a mi abu, hoy
comprendo que ser adulto es un fiasco. No planeo romantizar el hecho
de que esto de crecer se siente horrible, a medida que vamos adquiriendo nuevas
responsabilidades y obligaciones nos vamos quedando poco a poco sin ganas de
vivir. O de tan siquiera tan simple como gozar nuestra vida, perdemos ese
sentido de aventura que teníamos hace un par de años.
Estoy
hablando como si ya fuese la persona más adulta y el señor más señor del mundo.
No sé si debido a todas las tormentas que hay en mi cabeza día a día o por las
batallas de cada mañana para ponerme en pie y salir de cama, mi cuerpo y mi
mente estén tan cansadas de continuar esta lucha y cada día sienten que es una
nueva batalla. Y es que realmente si lo es, todos los días hay una nueva guerra
con la cual luchar.
En
los últimos meses particularmente, vengo luchando con un sinfín de emociones en
mi cabeza y por supuesto que en lo más profundo de mi pecho. He dejado atrás
una de las relaciones que creía sería para toda la vida, he peleado con mi
salud y la de muchas personas que amo y son importantes para mí. Muchos de mis
trastornos se están haciendo notar nuevamente. Me siento un poco más cansado
día a día, donde ese cansancio se está llevando mis ganas de vivir y de pelear
por algo. He fortalecido viejos amigos y he hecho unos cuantos nuevos, eso me
ha devuelto un poco de realidad y de frescura a mi vida, he vuelto a
arriesgarme en algunas cosas. Pero, esa sensación de vida solo tiende a durar
unas cuantas horas, solo hasta que vaya a la cama y empiecen las tormentas nuevamente.
No
negaré el hecho de que por primera vez en mucho tiempo estoy peleando con
ganas, para no dejarme ganar por aquellos fantasmas que tienden a abarcarse en
mi cabeza y en los pensamientos más profundos de mi ser. A medida que voy
creciendo más y más voy encontrando menos sentido a esto que le llamamos vida.
Personalmente siempre he peleado contra el mundo y no me refiero a lo que
sucede en mi mundo; sino en general. “Injusticia” “Maltrato” “Abusos”
“Violaciones” “Guerra” “Violencia” “Animales sacrificados” son tantas las cosas
del mundo en su totalidad con las que no estoy de acuerdo, que peleo
contantemente contra ello. De hecho, hace un buen tiempo hablándolo con mi
terapeuta decíamos -como si yo pudiese diagnosticarme- que justamente de ahí nació por primera vez mi depresión;
puesto que en mi cabeza no había cavidad para la maldad del ser humano y pueden
pasar mil años y sigo sin comprenderlo. Y a medida que me voy haciendo más
adulto, sigo sin entender el porque el ser humano es malo con todo lo que es
bueno.
Luego
están otras acciones de mi vida misma que contribuyeron a esa tristeza
constante con la que vivo a diario; de hecho, hace unos cuantos meses alguien
quien era y es muy importante para mí, me pregunto: “¿Cómo te sientes siempre?
A lo que mi respuesta simplemente fue “Triste, todos los días me siento triste,
no todo el día. Pero si todos los días” y aunque invalido mi respuesta y mi
sentir, logre entender que para muchas personas es complejo comprender que la
tristeza permanente existe. Y que nos lleva a cuestionarnos muchas cosas.
Un
ejemplo de ello es mi agnosticismo… ¿Por qué? Simple, recuerdo muy bien que
hace muchos años, tendría yo unos catorce o quince años más o menos,
ocurrió un accidente en Bogotá D.C (realmente no recuerdo si fue ahí o sus
alrededores, pero lo pondré de punto de referencia) donde un bus escolar con
dieciséis NIÑOS que iban abordó, murieron calcinados. Lo cual es una de las
muertes más dolorosas y traumantes no solo para el occiso sino también para sus
familias. Y empecé a cuestionarme por qué si “Dios” como figura de bondad y
benevolente de la vida era tan bueno, permitió que lo que en teoría son las
figuras de inocencia ante la sociedad y todas esas cosas, permitió que su
muerte fuera tan excesivamente grotesca. No me cuestionaba el hecho de su
muerte, hay personas que al ser adultos se vuelven malos seres humanos y al
crecer son una… bazofia (?) humana. Solo me cuestionaba por qué de tan cruel
manera. También por la misma época -según mi memoria- sucedió el caso del niño
Santiago, el cual fue victima de tantas atrocidades gracias a su padre y la que
creo era su amante o su madrastra.
En
base a este tipo de actos y muchos otros que se ven día a día no solo en
Colombia sino alrededor del mundo, el hecho de ver como el universo aun juzga a
todos aquellos que amamos y nos enamoramos de personas de nuestro mismo sexo o
porque muchas otras gritan al cielo que están en el cuerpo equivocado. Ver como
mujeres mueren en manos de sus conyugues por el simple hecho de ser mujeres y
tantas cosas más. Todo eso ha ayudado en gran parte a mi tristeza permanente, a
mi dolor eterno.
También
hay que sumarle a todo esto, los problemas emocionales que se van volviendo
cotidianos con el hecho de ir creciendo y haciéndonos adultos, los problemas
emocionales de pareja, de amigos, de familia, de conocidos, de los animales y
de todo aquello que nos importa. El ir creciendo se me ha hecho el acto más
grande de valentía, el acto de amor propio más fuerte y el riesgo más grande
que he podido tomar. Estar en manos de una persona tan irresponsable como lo
soy yo mismo, ver como muchos de los que amo se van yendo o marchitando con el
tiempo, ver que cada cosa tiene una causa y un efecto. Sentir como tantas veces
nos rompen el corazón y como tantas veces lo hacemos nosotros a otras personas.
Ser testigos del dolor en otros seres que están cerca a nosotros.
Muchas
personas dicen que el suicidio es valentía, la valentía de parar con algo que
no se quiere más en si mismo o para su vida. En muchas ocasiones yo lo he
tenido como opción y mentiría si dijera que nunca lo he intentado o que no
espero con ansias aquella idea de la sociedad del descanso eterno. Pero,
actualmente el acto de crecer, madurar y ser adultos responsables. Se me hace
el acto de valentía más grande del mundo, lo vamos haciendo con nuestra amiga
la tristeza, con la soledad, con la penumbra, con miedo, con gallardía, con
poca elocuencia, algunas veces con amigos y otras tantas solo en totalidad.
Crecer, crecer en el mundo actual, con las guerras, con la violencia, con un
mundo que arde en el dolor y la sangre de inocentes marcando las calles de
nuestras tierras. Es y por mucho, un acto de VALENTIA.
...
“Por densa que sea, la niebla siempre tiende a
desaparecer, la lluvia se detiene, el sol se asoma y la luna brilla. Nunca nada
es tan eterno como lo creemos.”
...
gracias por compartir lo que escribes, son palabras vigorosas que generan muchos sentimientos.
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