viernes, 19 de agosto de 2022

Entre Fantasmas & Realidades

 

...


Después de muchos meses de ausencia y de haber perdido el hilo. He decidido que era necesario volver a consultar mi psicóloga, de regresar a terapia y hacer lo necesario para no continuar perdiéndome en este océano de emociones, y hemos hablado de todos aquellos fantasmas que siguen abarcando el presente. Lo cual me lleva a cuestionarme el como somos capaces de permitir que terceros nos destrocen de tan cruel manera.

¿A qué viene todo esto? Simple, quizás para algunas personas que no me conocen o por lo general creo que solo lo saben las personas más cercanas a mí. Siempre he tenido problemas alimenticios, de llevar todo a los extremos y no controlar mi mecanismo de alimentar mi cuerpo. Llamémoslo por su nombre, “Trastornos alimenticios.” Y hace alrededor de un año o poco más, debido a un ataque de pánico mientras me daba una ducha e imágenes que vinieron a mi mente, las cuales no son necesarias mencionar. También se descubrió que sufría de dismorfia corporal. Lo cual para ser honesto no tenía ni la más remota idea de lo que eso era. Lo cual en pocas palabras son complejos con algunos aspectos físicos y demás cosas.

Toda esta precuela de problemas mentales y demás chachara tiene un porqué, lo aseguro. Durante esta última terapia pues también volvimos al mismo punto, que no había mejor mecanismo para mí, que escribir para dejar ir muchas emociones. Muchas de esas las dejo solo para mí y otras tantas (como está) las comparto con más personas o las coloco justamente aquí en este blog. Diría yo, que es porque siento que de alguna manera eso le puede ayudar a otros o quizás solo es un ataque de ego para sentir que tengo su atención sobre mí. El punto esta en lo siguiente.

Hace algunos ayeres, cuando mentalmente estaba un más acabado de lo que estoy ahora, donde me había perdido en el camino de las adicciones y de no saber que hacer con lo poco que tenía en mi vida, solía meterme en lugares y con personas que realmente no atribuían nada para conmigo, sino todo lo contrario. Terminaban por destruir y acabar con lo poco que había, diría que estaba construyendo, pero realmente no estaba haciendo ello, solo destruía más y más con cada decisión y cada actuar. Llego un punto de mi vida, donde la persona que se supone que amaba y me amaba me recalco de tantas formas que no era suficiente para él, para mí y mucho menos para cualquier persona. Qué, debía de estar agradecido con el hecho de que él haya tenido la “CARIDAD” de fijarse en mí.

Me comí tanto ese cuento y fue un desgaste mental tan grande, que realmente sentía agradecimiento por el hecho de que él estaba conmigo, estaba tan destruido de tantas formas que no esperaba el amor que merecía, sino que rogaba por las sobras de amor de alguien que no era más que otro niño con ínfulas de adulto grande, con sus propios rayes y lo que sea. Iba por la vida buscando quizás llenar aquellos vacíos emocionales que uno va llevando durante su vida, desde aquel chino de siete (7) años, al hombre que era en ese momento de tan solo veinte (20).

 No es que hoy en día este muy adulto, estoy a la puerta de cumplir veintisiete (27) años y siguen nadando en mi mente las palabras que otros me dijeron. Algunos quizás lo dijeron con la finalidad de que el cambio fuese distinto o con el fin de hacer que hiciera algo para que la destrucción se detuviera. Pero mi mente lo tomaba como lo contrario. Seguía yendo al baño después de cada comida, solo con la finalidad de vomitarla. Me seguía perdiendo en las gotas del alcohol y de muchas otras sustancias que realmente no veo la necesidad de volver a mencionar.

Tenía la penosa necesidad de cumplir aquello que otros querían de mí, todos venían y decían:

-         “Carlo, estas muy delgado”

-         “Carlo, te ves muy bien”

-         “No comas eso, que te engorda”

Y por supuesto, no podía faltar…

-         “Usted no se ha visto en un espejo, compárese conmigo. Míreme y luego mírese, usted no es nada. Estas gordo y acabado”

-         “Qué vergüenza que me vean con usted. Yo soy mucho para usted, agradezca…”

En aquel entonces, que me dijeran o recalcaran el hecho de estar delgado, era el mayor honor. Siempre que veía al espejo, solo veía la imagen de un tipo gordo y grasoso, donde la grasa y el acné brotaban dentro de los mismos. Pero no me daba por enterado, que como diría “doña mamá” estaba parado en las físicas ganas de vivir.

Justamente cuando por fin decidí que era momento y que valía un poquito más de lo que yo creía y de lo me hicieron creer; partí de ahí. Me fui tan lejos, que jamás regrese y espero jamás hacerlo. Termine de acabar con aquello que había en ese momento, con la finalidad de construir algo mucho mejor. Lo cual, a mi parecer, es la mejor versión de mí. Y estoy segurísimo de que para muchos que vienen desde esa época, también lo es.  

No quiero culpar a alguien por las decisiones que tome, no puedo negar el hecho de que contribuyo demasiado a la destrucción mental. Hoy por hoy, menciono todo esto con el hecho de decirle a ese chico de veinte (20) años que no importa cuantas veces lloramos a oscuras, que no importa las veces que nos laceremos, que no importa todo lo que paso. No tenías culpa alguna, pero pagaste los daños de otros. No tenías un porqué; el hecho fue que paso y ahora puedes ser fiel testigo que todo puede cambiar, que podemos ser mejores seres humanos, mejores hijos, amigos, humanos.

Hablaba con la loquera; digo con la psicóloga que no es un trabajo sencillo, que me había cuestionado muchas veces el porque esos fantasmas no se iban pronto. Lo cual me hizo comprender y entender, que son fantasmas que siempre estarán con nosotros solo, que aprendemos a vivir con ellos.

Sin ser más y sin joder más, hasta una próxima aparición de mi querido viejo amigo… 

Un escritor roto.


...



No hay comentarios:

Publicar un comentario