Es curioso
como cada año durante estas mismas fechas me voy poco a poco colocando mucho más
amargado de lo que comúnmente suelo ser, mas agrio, más odioso, más tétrico y
mucho más sombrío. El sentir como se acercan estas fechas y el mundo se va convirtiendo
poco a poco en una agonía de hipocresía constante para con todo aquello que está
a su alrededor, abrazos falsos y deseos que ni ellos mismos se creen en realidad.
Falsificando una sonrisa que nunca antes y mucho menos jamás van a sentir en
realidad por esa persona.
Estas
mismas fechas traen a colación emociones y sentimientos que finjo todo un año
que no existen y que no están en mi ser, pero que es irremediable no sentir cuando
se acerca la fecha de navidad y las personas suelen pasarlo con sus respectivas
familias. Viene a mi cabeza esos abrazos faltantes o el simple hecho de la
imagen de un niño dormido en la puerta de su casa esperando a quien nunca iba a
llegar y quien probablemente jamás pensó en llegar a abrazar un corazón ilusionado.
Justo
por estas mismas épocas es cuando más miserable, poca cosa y por supuesto innecesario
en la vida de los demás me suelo sentir. Y sé bien que todas esas emociones
solo vienen de un corazón quebrado cuando aun era un ser inocente, es un hecho el
hecho -valga la redundancia- de que los adultos solían hacer con nosotros lo
que se les venia en gana y de cierta forma lo siguen haciendo ahora, con el famoso
cuento de que les debemos la vida y que debemos estar agradecidos con ese “REGALO”.
Les aseguro que mucho más de la mitad de la humanidad con el mayor de los
gustos devolveríamos tan precario regalo. Ese no es el punto, el punto está en
que las navidades dejaron de importar hace tanto tiempo que ya no veo la necesidad
de compartir en familia o de compartir con alguna persona en realidad. Regresa
esa sensación y ese estado de pensamiento que no soy necesario donde están los demás,
solo soy algo muy reemplazable.
Hoy en
día tengo la fortuna de estar rodeado de grandes personas y muy buenos amigos,
eso no lo colocare en duda en ninguna circunstancia. Y aunque se bien que solo
son momentos frustrantes de un faltante muy grande que fue un padre o por lo
menos una persona mediamente decente en la vida de un hijo. Debo decir que muchos
años después hablando con mi psicóloga fue que pude darle un nombre a ello. “Síndrome
del abandono” fue ahí cuando ella logro darme de cierta forma una explicación a
todo lo que estaba en mi cabeza, el porque no me sentía cómodo en momentos de
compartir con otras personas o con mi propia familia. Solo era un objeto más
ahí, que en cualquier momento podrían cambiar por cualquier cosa mucho más
importante que él.
Hoy en
día lo sigo sintiendo incluso cuando estoy con mis amigos, siento esa sensación
de que no merezco estar ahí, que no valgo lo suficiente para que me este
pasando eso y con esas personas. Suelo cuestionarme mucho todo el tiempo de
cuando las personas se marcharán y si realmente soy algo. Sí, algo que realmente
valga que alguien tenga. Deje de considerarme persona hace mucho tiempo y solo
me dedique a ser un objeto de uso de todos para su necesidad y su conveniencia económica,
física, sexual, momentánea. Como se quiera ver, solo era eso una necesidad instantánea
y nada más, algo que cuando las personas encuentren otra cosa mucho más
funcional solo me dejaran ahí, tirado y solo en la puerta de mi casa, dormido y
esperando algo que no llegara. Y no digo
todo esto con el fin de hacer una victimización de lo que en su momento fue y
es un trauma de un niño, quizás solo digo para mi mismo y para tratar de que
ese niño que aun vive muy en el fondo pueda comprender y entender que no debe
sentirse de esa manera, que no es algo, es alguien y por mucho irremplazable en
la vida de muchos seres. Quizás solo lo digo como una forma de disculpa y de entendimiento.
Lo más seguro es que no pase y solo siga siendo lo mismo de siempre.
Me sigo
resguardando en el incognito de mi soledad, esa soledad que es justamente
aquella amiga que de alguna manera siempre estará y que es quien nunca me
abandonara. Me acostumbre a estar a solas, acompañado de una pizza o cualquier comida
chatarra, una coca cola muy fría y las películas mas sangrientas que me pueda
encontrar, de esas películas donde acribillan gente o los zombis van en búsqueda
de un cerebro que comer, de ese asesino serial que va matando por simpe placer.
Quizás siempre ha sido solo un resguardo de dolor fingiendo que de alguna
manera esas victimas imaginarias de esos malos guiones de terror -seamos
honestos, hoy en día no hacen buenas películas de miedo- podrían sentirse de la
forma en que me siento esas noches, donde no quiero compartir con nadie y donde
no tengo la valentía suficiente para llorar y para dejar fluir mis emociones, posiblemente
y no lo hago por orgullo y no darle el gusto a ese ser que me dejo esperando en
esa puerta fría, quizás lo hago por ego que vendría siendo lo mismo que por
orgullo o sencillamente no tengo la mas remota idea de porque diablos lo estoy
haciendo.
Lo más
seguro es que por ahora y quien sabe por cuanto tiempo no voy a dejar de
sentirme tan mal en estos días y tan innecesario, lo más probable es que aun
por muchos años me siga viendo de forma molesta y engreído por estas fechas, solo
con la intensión de no hacerle ver al mundo que solo soy un niño de siete años
molesto porque nunca llegaron a darle ese abrazo que tanto esperaba. Quizás
solo siempre seré el tío amargado que no soporta los niños y el tío que no
soporta estar en familia, para no tener que fingir que todos le agradan y tener
que darle la mano a personas que son innecesarias en la vida y que poco a poco cada
día los voy sintiendo mucho más ausentes. O quizás solo seré ese ser humano que
un día va a desaparecer de todos y nunca más se volverá a saber de él, de su
vida o de su muerte. Me canse hace muchos años de fingir ese falso amor por
personas que me resultan irrelevantes y solo me harte de ver como media
humanidad finge amor cuando en realidad solo quiere ver la miseria en otros.
Justo
y por estas fechas siempre me convierto en aquel que todo le molesta, todo le
desagrada y que encuentra refugio en la compañía del licor y de la sangre ficticia
de las malas películas de Hollywood. Pero, pero ahora agradezco a esas personas
que llegan a la puerta de casa y me sacan a la fuerza para no permitir que mi
hunda en un hueco de oscuridad y de miseria propia, donde mis propios
pensamientos serán mis peores enemigos, agradezco a esos seres cansones que quiero
como un perro quiere a su nueva pelota o como el niño quiere a su madre cuando
la ve al despertar. Hoy sonrió un poco más, no dejo atrás las sensaciones que
me generan estas fechas, no olvido lo triste y miserable que me he sentido durante
muchos años, pero hoy también me permito vivir un poco más y gozármela un
tantico más que antes e ignorando un poco esas malas emociones. Hoy estoy rodeado
de personas tan nefastas como yo, tan traumadas como yo. Tan pendejas como yo y
con tantos deseos de vivir y reír de verdad como yo.
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